La memoria corta, el eterno presente y la tendencia a ver la última foto (que recuerdan) como representativa de toda una realidad compleja; estos son mecanismos muy utilizados por los comunicadores que apuestan a la liviandad del brulote, el chisme, la zancadilla, la cámara oculta.
Existe una postura que enuncia la decadencia de diarios, radio, televisión, Facebook… etc. y deposita toda la hormona en Twitter, Twich y Tik Tok, por ser la última y esperando la última plataforma de comunicación en pandemia.
Allí se suben a la tabla de surf los oportunistas y contratan técnicos que buscan sorprender con la recombinación de lo conocido pero simpático, grotesco pero colorido, ridículo pero vistoso, para vender un candidato (no sus ideas/ambiciones/incoherencias) del mismo modo que ofrecerían a la mirada colectiva un papel higiénico.
Y alguien que lee mucho, que mira los programas de televisión que elige (cada vez con más fastidio por la propaganda y el chivo permanente) que busca en la radio esa entrevista, esa definición o debate que ayuden a entender la coyuntura por el dial, que desata el listado de sus preferencias culturales en Face y Youtube, es “ayudado”, como un anciano con andador, a autopercibirse como un troglodita que no entiende los nuevos dibujos de la caverna.
Es posible que las franjas etarias más jóvenes indagen, experimenten plataformas y voten con los dedos migrando a tecnologías que les permitan una interacción más dinámica. Una mayoría en el entretenimiento y el pasar momentos agradables, graciosos o que les exciten los sentidos. Eso no impugna que cuando ingresan por escalafón en otros tipos de consumo cultural, lleguen a los mismos puertos que las generaciones anteriores visitan para comprender el caos de la matrix capitalista.
Ya no se ven muchos caballos en la calle, pero la bicicleta, el tren, el automóvil, el avión, el submarino y hasta los cohetes espaciales interactúan de modo funcional, cada parte en su especificidad y utilidad.
Y aquí nos encontramos usted y yo. Una persona que teclea en esta maravilla tecnológica autocorregible, sin gastar papel pero sí energía, intentando ordenar sus pesadillas y mejores sueños para, atención de los ojos de su lector mediante, pasear por el cerebro de otro ser humano y regalarle un bloquecito del propio rasti mental, que le sirva para descartar, incluir de modo creativo, sumar acríticamente a su discurso, reutilizar intervenido por su propio pensamiento…
Y si no es con palabras intercambiadas e ideas elaboradas y reelaboradas colectivamente… ¿De qué otro modo se construye una conciencia que discurre y busque comprender primero para actuar después?
Entonces… ¿Alcanza con estar al tanto de la última moda en tecnología para convencer?
¿Acaso no fue con mentiras construidas y la utilización tramposa de la data de las empresas de redes como se construyó la campaña de un notorio contrabandista y evasor que llegó a la presidencia?
¿Hablar cara a cara presentando ideas y proyectos se volvió un recurso obsoleto?
¿Expresar en una pared una consigna que le dé sentido a un rumbo futuro y una esperanza al/la abandonadx son técnicas de comunicación desechables?
Poner el cuerpo junto a otros cuerpos en actos masivos de adhesión o rechazo ¿Dejaron de ser formas de construcción de identidad política?
¿O todo se reduce a la interacción bit/átomo y hacer bailar el dron con astucia y fantasía?
Gustavo Zapata
Secretario general de CTA
Regional Morón, Hurlingham, Ituzaingó