Por Gustavo Zapata
Secretario General de CTA -Morón –Hurlingam -Ituzaingó
Característica de los reporteros callejeros: no parar de describir con lugares comunes de derecha lo que muestran con cámaras.
No agregan nada en caso de estar viendo, pero que es efectivo a la hora de imponer en el habla del escucha pasivo ideas preconcebidas para describir la realidad. Las líneas editoriales siguen las tendencias de mercado y obedecen a sus financistas.
Entonces oímos que el “tránsito está colapsado” o hay “caos de tráfico” cuando hay una manifestación o cualquier cosa que trabe parcialmente la “normal” circulación de bienes y personas. O que hay “alto acatamiento” a un paro, cuando cada uno de los que tuvo que dejar de trabajar, perder presentismo o dejar de ganar algo muy necesario como el jornal, obedeciese a sus “dirigentes” y no tuviese criterio propio para tomar una dura decisión. Un sindicalista no dirige a nadie, pero mantiene la confianza y es referencia a la hora de plantear una medida de protesta, porque se hacen cargo de sostener organizaciones que le dan fundamento y respaldo legal a una medida de protesta.
Utilizar palabras de otros es justificar intereses de otros. Una ametralladora de repeticiones que impida al que escucha pensar un poco qué le están diciendo. Sencillamente no paran. Algo que podemos percibir con fastidio en los youtubers, empezando por quienes describen juegos hasta quienes relatan lo que muestran. Y el silencio no hace su trabajo.
Del mismo modo que las propagandas que se superponen en afán de vender lo que no necesitamos y promocionar novedades que impugnen los productos anteriores, los pretendientes a influenciar la mente del consumidor, llenan cada segundo de ruido. Entonces ensucian su discurso con muletillas permanentes, palabras vacías de significado, dentro de discursos que ni con ese relleno dicen algo sólido, pero duran minutos interminables.
El habla de nuestro holograma presidencial tiene esas características. Alguien que estudió poco como para ingresar en nuestra universidad pública de referencia internacional, y se obsesionó con autores desconocidos o marginales para el gran debate económico, acusa a gigantes intelectuales como Karl Marx, que generaron revoluciones de ineficacia o mendacidad.
Llegó a calificar como socialistas a los líderes de gobiernos y economías ultra capitalistas, fundamentalistas del mercado que privatizan todas las ganancias y socializan todas las pérdidas, dejando con los controles estrictamente justos a sus empresas multinacionales concentradas.
Si conociera más de psicología me atrevería a calificarlo. Pero lo nuestro es la historia y la política, como herramienta para comprender los conflictos de nuestra clase trabajadora.
Y desde ahí puedo decir que obra como un fanático explotador del trabajo ajeno (al extremo del robo descarado de ideas ajenas en sus libros). Cruel hasta el abandono de las y los vulnerables.
Con la necesidad de justificar vacíos de conocimiento y filiaciones, intenta llenar con caramelos de madera sus explicaciones, quizás del mismo modo que con perros sus carencias afectivas. Un perro nunca traiciona, porque no tiene la capacidad para hacerlo. Pero los que siguen a este profeta del vacío sí lo harán, cuando llegue la hora de responder por las consecuencias de tamaña irresponsabilidad.
Uno piensa como habla. Elegir cuidadosamente las palabras distingue un discurso autorizado, fundamentado y eficaz del barullo contaminante. Basta con escuchar a nuestros grandes referentes históricos para verificar cómo se puede marcar como un tatuaje el alma de generaciones. Perón, Eva, Maradona, Néstor o Cristina ejemplos memorables en medio de la pasión de batallas sociales, políticas, culturales o deportivas.
Ni Macri ni Milei serán remeras, sencillamente porque la inconsistencia de sus expresiones, reflejos de sus existencias y forcejeos de palacio, sus miserias y trucos con alambres visibles, volcados sobre el conjunto de la población provocan hambre y pobreza… y a la vez beneficios en dólares para socios y cuentas propias. Sus sonidos articulados ensucian el silencio. Provocan algo que te llena la boca de insultos y bronca.
Tenemos que leer, escuchar y medir mucho las palabras. Que nuestras herramientas conceptuales tengan la riqueza, variedad, exactitud y dimensión de nuestras ambiciones y deseos.
Sólo con los términos adecuados lograremos expresar el proyecto a la medida de nuestras necesidades y avanzaremos en que sea comprensible y anhelante por y desde las mayorías.
Muy interesante el aporte de Gustavo Zapata ,es revulsiva la forma que tienen de encarar los medios el dolor de la población :todo el tiempo preguntando sobre el color blanco del caballo de San Martín. Es una doble victimización como sucede con las personas violadas que tienen que pasar una y otra vez por el mismo lugar de dolor
Muy buen análisis de nuestra caótica realidad, yo agregaría el dolor de comprobar el aumento de familias que perdieron su techo y viven en las veredas. Un horror.