El pasado 25 de mayo una multitud pocas veces vista se congregó en la Plaza de Mayo para conmemorar el triunfo electoral del 2003. Con Cristina como única oradora, la jornada desbordó de militancia, emoción y participación popular. Balance de una jornada histórica.
Desde muy temprano, y a pesar de la fría e inclemente lluvia, los alrededores de la plaza histórica se vieron desbordadas por nutridas columnas que desbordaron las expectativas de propios y ajenos. Más de 200.000 personas aclamaron las palabras de CFK que, además de rescatar la dimensión histórica de Néstor Kirchner, marcaron una vez más el rumbo estratégico de la lucha política y electoral que se deberá abordar el presente año.
En un claro gesto de distención interna, la vicepresidenta enfatizó que “más allá de las diferencias que ya he manifestado es necesario resaltar que este gobierno es infinitamente mejor de los que hubiera sido un segundo gobierno de Macri”.
A la vez recordó la “gesta llevada adelante por quien fuera mi compañero de toda mi vida para lograr la más grande re-estructuración de una deuda soberana de toda la historia “como así mismo que “fue durante mi gobierno cuando los trabajadores argentinos lograron tener el sueldo más alto, en dólares, de todo el continente “.
Las/os invitadas/os especiales para acompañar a Cristina en el palco, entre los que se encontraban funcionarios/as, parlamentarios/as, sindicalistas, dirigentes sociales y referentes de organismos de Derechos Humanos, además de escuchar atentamente las palabras de Cristina corroboraron con su mera presencia el amplio apoyo que, a pesar del paso del tiempo y la inclemente campaña de difamación mediática, continúa teniendo la vicepresidenta.
Es decir que el acto del 25 fue, también, la ratificación de la innegable centralidad que la figura de Cristina irradia hacia todo el arco político nacional. De allí que frente a una coyuntura electoral tan compleja como la propia Cristina haya insistido en la necesidad de “elaborar un programa de gobierno sobre cuatro ejes sobre los que todos podamos ponernos de acuerdo.” Luego de finalizado el acto queda un doble interrogante: por un lado saber qué hombres y mujeres serán los candidatos que encarnarán la difícil tarea de «re-enamorar” a un electorado cada vez más disperso y fragmentado; y finalmente cual será la agenda de transformaciones que el Campo Popular estará dispuesto a asumir para lograr el mejoramiento de las condiciones de vida de las grandes mayorías.
El tiempo y la participación popular, darán respuestas a todas las preguntas.