Entre las consecuencias de la pandemia, la renegociación con el FMI y la crisis en Ucrania en la interdependencia económica global se ponen a prueba las conciencias.
Aun eludiendo los síntomas en nuestro distrito, es inevitable tratar de analizar cómo impacta en la unidad el debate sobre el pago de la deuda macrista.
Fue una estafa, pero postergamos este tema en 2019, priorizando la derrota del gobierno neoliberal. Sirvió para la fuga de capitales de sectores financieros macristas, como sabían quienes entregaban fondos para negocios privados y endeudamiento público.
Otra realidad incómoda es la responsabilidad de quienes le entregaron el bastón a un evasor serial, contrabandista y vividor de los negocios con el estado, con toda la evidencia puesta en vigencia por los pocos y confiables comunicadores en 2015 y 2017. La deuda es hija del 51%.
La actual negociación de aquel acuerdo se abonó con la nueva derrota en 2021. Con menos de medio congreso, uno no se puede hacer el guapo afuera.
Hay quienes creen que una consigna alcanza para modificar la correlación de fuerzas. O que una movilización puede torcer la voluntad del poder concentrado monopólico/mediático/judicial/ con apoyo de varias embajadas.  ¿Sirve levantar una bandera sin construir las mayorías que la sostengan?
No pagar es un proceso de enfrentamientos que sabemos cómo empieza pero no como termina, la organización y el sacrificio de años, abandonar el dólar, contraofensivas de desabastecimientos posibles, expropiación de empresas y campos de los pooles de siembra, nacionalizar industrias claves en manos extranjeras, servicios esenciales monopólicos y de energía, comercio exterior y finanzas. Sin contar la violencia de mercenarios que hoy no necesitan matar, porque sus publicistas de tv aun convencen, pero que gustosos se convertirían en francotiradores o agencias de contratistas contra sindicalistas y líderes populares. Colombia está ahí: ¿Estás preparado/a?
La CTA no logró sintetizar esa contradicción y en el Congreso reflejó eso, previa explicación leal y honrada al presidente. Podemos confiar en que se diga que no habrá reforma laboral ni jubilatoria, en la convocatoria al salario mínimo con un 45% con revisión, paritarias sin techo y en carrera… pero sabemos que falta una batalla mayor contra los que se creen dueños del país y destinos, hoy vía inflación. Los socios del endeudador amarillo. Y el límite siempre es dimensionar para avanzar con lo que tenemos enfrente.
El 33% de retenciones a la soja refleja el poder popular frente a los dueños de la tierra, especuladores financieros, aliados institucionales y en los medios. Ahí no hay voluntarismos: si no podemos cobrarles un peso más por explotar nuestra tierra y todas las herramientas del Estado… ¿podremos negarnos a pagar la deuda?
Necesitamos reforzar la unidad con más organización, conducción unificada, clara y consistente, una orientación que nos permita cerrar filas y dejar peleas secundarias. Hoy, el movimiento obrero, los/as trabajadores/as organizados y organizadas, estamos unidos y unidas por la política. Debemos utilizar esa utilidad con criterio y fortaleza. No podemos repetir un 17 de octubre contra la deuda separado de un 18 por la lealtad, como en 2021. Respeto mutuo y voluntad de poder colectivo.
Siempre estaremos para construir fuerza social organizada. Hay que salir de este pantano de muros de silencio, cascoteo de ranchos y pérdida de legitimidad.
Y el 2023 es mañana.

 

Gustavo Zapata

Secretario General de CTA
Morón-Hurlingham-Ituzaingó

Para Palabra Activa

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