Por Mar Buonomo
MARIANA CABROL es la protagonista y dramaturga de esta obra sobre su propia experiencia con el cáncer de mama, enfermedad que la transformó para siempre. A través del humor, Mariana pone en escena un tema tabú por su aproximación a la muerte. En esta entrevista cuenta a Palabra Activa cómo fue el proceso de creación de la obra, su empoderamiento luego del diagnóstico y deja un consejo final para las personas que transitan el tratamiento.
Mariana comenzó a hacer videos para sus redes sociales sobre su tratamiento del cáncer de mama de una manera distinta a la que se espera: con humor. Sin embargo, su objetivo fue traspasar la pantalla y exponer su experiencia arriba de las tablas y romper la cuarta pared. “Me gustaba la idea de poder plasmar eso en una obra de teatro en donde se ve un verdadero encuentro con el público, un abrazo real y salir un poco de lo virtual», asegura la actriz.
Si bien utiliza el humor como una vía para contar lo vivido, afirma que no fue algo que buscó, sino que salió de forma natural. Una vez superado el momento de tristeza, la comedia le sirvió para contar situaciones sobre el tratamiento oncológico. “Ni fue pensado, buscado, fue lo que me salió y el humor fue lo que me sirvió para desdramatizar el diagnóstico muy estigmatizante como es el cáncer”, explicó.
El cáncer de mama: Un tema tabú
Mariana hace hincapié en la idea de la invisibilización que tiene esta enfermedad por su relación con la muerte, y por eso explica: “Desde que nacemos sabemos que lo único que nos va a pasar segurísimo es morir, pero aun así, no hablamos de eso”.
En este sentido, contó que una forma de ocultar el cáncer es fingiendo que no ocurre nada, es por eso que se sugiere utilizar peluca, pestañas postizas, maquillaje, objetivos que forman parte del tabú para que la persona no se muestre vulnerable en una situación de total fragilidad.
Proceso de transformación
La actriz se empoderó cuando se vio cara a cara con la muerte. Fue una forma de focalizar su vida. Y lo agradece. “Lo que quería era actuar, y lo hice. No quería trabajar en escuelas dando clases, y lo dejé. Sentí que podía hacer lo que quería porque cuando estuve enferma todo me costaba mucho y me di cuenta que nada era fundamental, que no pasaba nada si yo no iba a dar una clase, que no pasaba nada si llegaba tarde. A veces tenemos muchas exigencias, y cuando te llega un diagnóstico como este te acomoda mucho los patitos y, en mi caso, me empujó a actuar, que es algo que siempre quise hacer: actuar, viajar con la obra, emocionar, hacer reír, todo eso”, sostiene.
Asimismo, el público recibió la obra con mucho entusiasmo y empatía, a tal punto que la esperan a la salida de cada función para agradecérselo. Ella relaciona esta devolución porque es una obra que emociona a través de las imágenes, pero que también divierte mediante las metáforas. “Es una obra necesaria. Es necesario que se hable del tema y es necesario que se hable de esta manera. Sin intentar romantizarlo, tampoco dramatizarlo, es a través del arte, de la poesía y el humor, lograr ponerlo en escena y ayudar a sanarnos porque el arte sana”.
A partir del cambio de vida, situación que la llevó a reacomodar sus prioridades, Mariana invita a que las personas que están pasando por una situación similar se conecten con el goce y el disfrute. “Que se deje ayudar, que se deje mimar, que es momento para pensar en una y priorizarse. Que es difícil poner el cuerpo, pero que hay lugar también para conectarse con lo que la enfermedad nos trae y a veces nos deja un gran aprendizaje”, finalizó.
Qué bueno el comentario sobre la obra, ya que fue muy bien recibida en el teatro de Ituzaingó.
Hay que difundirlo, porque hace falta abordar la temática y desdramatizarla.