Damián Ro
Para Palabra Activa
Azul un ala, del color del cielo… azul un ala del color del mar, cantaba la argentinidad a su bandera, soñando, buscando esperanza, mirando hacia arriba, más allá de un horizonte, que parecía correrse de los limites conocidos y escaparse en una lejanía inalcanzable.
En el año 1976, desde las alturas de un extremo distante, un parásito se alojó entre las plumas del cóndor, una de las aves más grandes del mundo, que habita en las alturas de la cordillera de los Andes a lo largo del todo el territorio latinoamericano. Desde ese momento su nombre fue manchado a través de un plan sádicamente orquestado. Este pájaro mecanizado, con engranajes de desaparición, tortura y muerte anidó en nuestra tierra. Al poco tiempo los cascarones de sus huevos se rompieron, pero curiosamente fueron buitres los que emergieron y con un pico filoso de color verde, cual chasis de un Falcon, se alimentaron.
Desde lo alto del balcón presidencial, en ese mismo año, un periodista extranjero preguntó sobre la presencia de un grupo de mujeres que rondaban, por ese entonces, la Plaza de Mayo… “son unas locas, que vienen cada tanto”, le dijeron. Y tanto fue el peso de la locura que cada jueves se convirtió en un símbolo de lucha.
La estratagema era clara: encontrar el cerebro de “las locas de la plaza” y eliminarlo. El carnero infiltrado, camuflado en dulce cordero devoró a tres fuertes mujeres, pero no encontró el cerebro, porque debajo del pañuelo blanco, palpitaba un gigante corazón que gritaba por la verdad y la justicia.
Norita Cortiñas fue una de esas mujeres enormes, que levantaron solemnemente la bandera de la locura, frente al terrorismo de estado. Locura de rabia, de dolor, nunca de venganza… locura de amor por quienes luchaban por un mundo mejor. Cual maestra que sostiene una tiza en la mano, nos dio cátedra y trazó una línea fundadora que cimentó las bases para los futuros caminos de lucha por los derechos humanos. A sus 94 años, como todos los jueves sus pasos se hicieron plaza, circularidad de abrazo caracol. Tantas veces nos abrazó, hoy la abrazamos y aunque las lágrimas broten de nuestro ser, celebramos el reencuentro con su amado hijo Gustavo, porque creyente en un Dios piadoso de curas y monjas villeras del tercer mundo y no de la institución cómplice y asesina.
“Sigamos siendo locos, madres y abuelitas de la Plaza de Mayo, gentes de pluma y de palabra, exiliados de dentro y de fuera. Sigamos siendo locos, argentinos: no hay otra manera de acabar con esa razón que vocifera sus slogans de orden, disciplina y patriotismo. Sigamos lanzando las palomas de la verdadera patria a los cielos de nuestra tierra y de todo el mundo” Cortazar 1982.
Imagen: collage digital Damián Ro
Fuentes
https://www.pagina12.com.ar/2001/01-03/01-03-21/suplex02.htm
https://www.poemas-del-alma.com/hagamos-un-trato.ht