Francia aceptó restituir a sus descendientes los restos del tehuelche Liempichún Sakamata que integraba «la colección» del Museo del Hombre de París, exhibido hasta el 2009.
En 1896, el Conde La Vaulx profanó su tumba y se llevó a Francia el esqueleto y el ajuar funerario. Como si esto no fuese suficiente, se apropió de 18 esqueletos y 100 cráneos de comunidades nativas de toda la Patagonia y sustrajo 1.400 objetos entre minerales, metales, cerámicas, insectos, esqueletos de mamíferos y una importante colección de restos humanos de las comunidades originarias.
La Vaulx vino a Argentina por encargo del Ministerio de Educación de Francia para buscar restos óseos de la Edad de Piedra. Sin embargo, se dedicó a profanar y saquear tumbas, un verdadero ejemplo de la época predadora.
El proceso de restitución comenzó formalmente en junio de 2015 a través de la Cancillería argentina, encabezada por Héctor Timerman Se involucró en el reclamo el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). La ubicación de los restos fue realizada por el historiador argentino Julio Esteban Vezub, investigador del Conicet y numerosas comunidades fueron sumando su apoyo lo cual potenció el reclamo de la comunidad.
“Esta acción tiene importancia política, social, cultural y espiritual», aseguran les descendientes del cacique y también destacaron que «es una forma de reparación histórica hacia los pueblos originarios.
“Es reconocer que la comunidad está viva y presente en el territorio».
Francia, España y otros países europeos fueron “culpables de soberbia” por su caracterización de los Pueblos Originarios como «salvajes”. En la perspectiva racista desde la llegada a estas tierras y en plena vigencia en el siglo XIX, no merecían ningún respeto.
Pero no miremos sólo para un lado. El esqueleto del cacique Inacayal fue exhibido por décadas en nuestro Museo de La Plata, luego restituido y sepultado en su patria ancestral de Tecka (Chubut) en 1994.
Este mismo Museo fijó en el año 2006 las pautas de un nuevo esquema de tratamiento para los restos humanos que se encuentran en la institución, “el retiro de exhibición todos los restos de origen americano”
Las restituciones se encuentran amparadas por la Ley 25.517 (2001) que señala: «los restos mortales de aborígenes, cualquiera fuera su característica étnica, que formen parte de museos y/o colecciones públicas o privadas, deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que lo reclamen».
Sería digno que los estados europeos revean su postura a la luz de la expansión del reconocimiento de los Derechos Humanos de personas y pueblos. ¿Es necesario tramitar por años esas restituciones? ¿Hueso por hueso? Estamos en posición de exigir la total devolución de los restos humanos apropiados que corresponden a estas tierras.
Según estudios más del 50% de la población argentina tiene sangre indígena, sin embargo solo el 1,5% se reconoce perteneciente o descendiente de estos pueblos. Esta negación se advierte aún hoy que aunque mestizos y mestizas, el espejo distorsiona y sigue reflejando el supremacismo blanco.
Y ahí siguen las barriadas marrones, soportando humillación e intolerancia, especialmente pobres, cabecitas negras, quienes pisan los suburbios, trabajadoras y trabajadores. Gente digna, sencilla, sobre la cual se monta y crece la casta blanca hegemónica, soberbia y poderosa que hoy perpetúa el robo y el saqueo con total desprecio.
La lucha continúa.
Ana Bragaccini
Para Palabra Activa