El pasado 20 de noviembre Hebe de Bonafini murió dejando tras de sí un inmenso e imborrable legado de lucha y compromiso con la causa de los pueblos. Palabra Activa se suma a los homenajes.
Fue una de las anónimas mujeres que casi en ingenua soledad enfrentaron a la dictadura genocida maternando el desgarrador reclamo por la aparición de sus hijos . Fue también una de las pocas voces recogidas por los medios internacionales que en plena algarabía mundialista de 1978 se hicieron escuchar para denunciar al Terrorismo de Estado. Ya, en plena restauración democrática, fue una de las pocas que objetaron la conformación de la Conadep lo que le valió el destierro político alfonsinista que nunca las recibió en 6 años de presidencia. Fue también la más dura opositora a la sanción de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, primero y a los Indultos después; mostrando la convicción y la coherencia a la que gran parte de la dirigencia político-partidaria de este país no podía aspirar. En pleno diluvio neo-liberal fue la que abrigaba a los que quedaban al intemperie, descartados por el sistema, en su Universidad Popular , en su Centro Editorial o en su Radio AM 530. Fue la que siempre estuvo rondando en torno a la pirámide de mayo, jueves tras jueves, incomodando con la terquedad de la memoria a todos los que pregonaban el olvido de la conciliación. Fue también la que , ya septuagenaria , soportaba los bastonazos de la policía montada en diciembre del 2001 sin retroceder nunca . Fue la que se abrazó con Néstor y Cristina en marzo del 2004 cuando el presidente les entregó a las Madres de Plaza de Mayo la Esma para convertirla en un centro de memoria. Fue la que estuvo siempre junto a Fidel, Chávez, Luego, Evo, Correa, Lula y todos los gobiernos populares de la Patria Grande. Fue también la que siempre defendió la causa Palestina, la que denunció la injerencia del imperialismo yanky, la que condenó la invasión a Irak y los bombardeos israelíes en Gaza. La que visitaba las cárceles de la provincia de Buenos Aires denunciando las condiciones de hacinamiento que sufrían los reclusos, la que denunciaba a los poderosos, la que construía viviendas para los sectores populares, la que enfrentaba a las burocracias judiciales, la que insultaba a la Sociedad Rural y la que exigía romper con el FMI. Fue la que hizo del dolor una bandera de lucha que le permitió llorar con las lágrimas tan altas que no hubo ni calumnia ni diatriba que la manchara. Todo eso fue Hebe. Todo eso fue y seguirá siendo porque si bien su cuerpo es pasado, su legado y su memoria siempre serán presente, mientras quede uno solo de sus sueños por cumplirse.
Por Pablo Ambrosetti