Por Palabra Activa. Editorial
El pasado martes 6 de diciembre un tribunal oral federal condenó a Cistina Fernández a 6 años de prisión efectiva e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Dos días antes, una filtración de chats puso en evidencia la pornográfica relación entre integrantes del poder judicial, funcionarios del gobierno de CABA, miembros del directorio del Grupo Clarín y agentes de inteligencia. De los sótanos de la democracia a la reacción popular.
Como era de esperarse, y tal cual lo viene demostrando desde el inicio del gobierno del FDT, la derecha dio un nuevo paso en su avanzada desestabilizadora. La figura política más relevante desde el recupero democrático fue, nuevamente, víctima de una oscura conjura persecutoria y estigmatizadora que amenaza con romper para siempre las reglas del sistema institucional que con tan altos costos el pueblo argentino logró re-construir desde 1983 en adelante.
Si bien desde los primeros días del 2020 pareció haber una especie de “pacto de no agresión” impuesto por el impacto de la Pandemia; muy rápidamente la derecha criolla abandonó su cosmética republicana. Las sucesivas marchas contra la cuarentena sanitaria a la que catalogaban de “infectadura”, el surgimiento de “movimientos anti-vacunas”, el virulento discurso vertido sistemáticamente desde los grandes monopolios mediáticos y la aparición de grupos filo-fascistas
disfrazados/as de “Libertarios” fueron la mecánica aplicada por el poder real para desgastar al nuevo gobierno. A la vez, la voracidad de los grandes grupos económicos que multiplicaron sus ganancias mediante el mecanismo de la inflación y las presiones devaluatorias del sector agro-exportador lograron lesionar aún más el ya dañado tejido social argentino.
Es en ese marco, y no en otro, en el que debemos entender tanto el atentado sufrido por CFK como su posterior escarnio jurídico-mediático. La impiadosa estrategia de la derecha es, entonces, un golpe de Estado por goteo que se descarga al mismo tiempo sobre los líderes políticos del campo popular y los bolsillos de la clase trabajadora. Frente a este complejo escenario urge recomponer la relación entre el Gobierno Nacional y su base social de apoyo y darle al FDT el carácter de un Frente Político que logre sintetizar un programa claro con medidas concretas que encare de una vez y para siempre las profundas transformaciones estructurales que nuestra patria malherida reclama desde hace décadas. No sólo es injusto pedirle más esfuerzo a Cristina, es también un error político estratégico. Los líderes fuertes son necesarios siempre y cuando no haya pueblos fortalecidos en la conciencia de sus intereses de clase y en su destino histórico de liberación. Podrán, en un oscuro tribunal mascotizado por el poder económico, condenar a uno, dos o varios líderes populares. Lo que no podemos permitir es que esos mismos sectores privilegiados de siempre anulen la esperanza de construir colectivamente una Patria justa, libre, soberana, solidaria y anti-patriarcal por la que valga la pena luchar.
Una vez más, nuestro destino como pueblo, está en nuestras manos.
Orgullosa de ser tu amiga, admiro tu superación, admiro la defensa que haces de los derechos, cualesquiera que fueran, y tu ductilidad de escribir tanto de lo colectivo, como de lo personal, lo digo porque leí tus libros.
Sos ejemplo a seguir. Me gustó mucho el collage. Leí quien lo hizo.
Abrazo MarthA Ferletich
Coincido con el artículo, sobre todo con el concepto que no corresponde pedirle más esfuerzos a Cristina, hay que favorecer la formación de líderes políticos jóvenes.