.Así le decían en el pueblo, era la menor de siete hermanos: Gervasio, el heredero, Damián, Esteban, Pedro y las mujeres: Matilde, Dolores y «la tontita» que casi no tenía nombre propio.
El único interesado en quedarse en esa tierra arisca, casi desértica, era Gervasio, los demás odiaban el lugar y habían decidido desde niños huir de allí en cuanto se presentase la más remota y descabellada oportunidad de borrarse para siempre, igual estaba «la tontita» que cuidaría de sus padres hasta que la muerte se los llevase por fin de esta vida.
La Jose había llegado al mundo con algún problema porque, en el alumbramiento, su madre, cansada de parir, no quiso pujar. Como la niña había nacido cianótica, en ausencia de incubadora, la pusieron envuelta cerca de un hogar con leños encendidos y esperaron a ver si respiraba.
Matilde y Dolores se casaron de apuro y se fueron a vivir a la casa de sus suegros cambiando una prisión por otra.
Damián y Esteban se inventaron conchabos en lugares lejanos; Pedro se casó con una rica e histérica hija de estanciero. Voló para siempre argumentando sus deberes de esposo y padre de familia.
El destino de la Jose estuvo sellado hasta que un día pasó por allí un carpa ambulante con payasos, trapecistas, leones viejos y personajes llenos de vida y experiencias trashumantes. La Jose no dudó, se presentó ante el dueño del circo y le ofreció todos sus conocimientos de cocina, costura y enfermería.
Hace muchos años de este episodio, cada año, cuando el circo pasa por el pueblo, la gente duda en seguir llamándola «La tontita».
Prosa literaria
Por María Cristina Macfarlane
Para Palabra Activa
Queridas y queridos lectores:
El de hoy es nuestro segundo encuentro. Quiero contarles algo de mis personajes extraídos de pinceladas de realidad y combinaciones con la imaginación. Mirados siempre con amor, sin censura a semejanza de los seres humanos que somos imperfectos, finitos, banales y profundos a la vez, solidarios, egoístas y a veces crueles.
Tal vez nos podamos identificar con alguno de ellos sin olvidar que son el resultado de una ficción.
Gracias.
María Cristina Macfarlane