El gran triunfo de estas PASO es el de quienes lograron echarle la culpa a todos y todas, quedando fuera del foco de toda discusión. El empresariado concentrado, manipula a voluntad el tipo de cambio y el valor en dólares de nuestro trabajo. Sube los precios sin importar multas, controles, acuerdos caballerescos o tramposos. Quien determina cuánto vamos a pagar por vivir en este país del que se creen dueños y dueñas.
El vocero sigue siendo ese Sr futbolero que no pudo ser dos veces presidente. Que nos endeudó por 100 años para que amigos/as cómplices puedan sacar en dólares las ganancias que nosotros hicimos con nuestro trabajo. Que ahora halló una marca capaz de traducir la impotencia de los que se quedan afuera, dada nuestra incapacidad de darles una oportunidad mejor.
Vende una ilusión, un holograma de dolarización como solución imposible, impracticable, insostenible… pero efectiva, como lo fue el uno a uno del menemismo, con los mismos vendedores y final previsible. Antes se sostuvo con la privatización de las empresas públicas, el remate de las jubilaciones a mercachifles y hábiles estafadores privados. Ahora tenemos Vaca Muerta, el gasoducto, el litio y otras materias primas para sostener experimentos de ganancia para pocos, calle y palos para el resto.
Morales marcó el ritmo.
Sentimientos e ilusión. Algo viejo como la magia, pero que aún no podemos desmontar, dado que desde esta vereda somos muchos y muchas, pero nos gusta más tirar piedras al vecino/a o cuidar la quinta antes que descular cómo le hablamos y convencemos a quienes no tienen cobertura de ningún tipo. Al pibe que ve lejano el balcón donde los nuestros se serruchan las butacas. Al/ a la monotributista que sólo cree contar con sus brazos porque no tiene en cuenta todos los subsidios que lo acolchonan de vivir peor. Al comerciante que sufre la injusticia de empezar cada día con miedo al choreo de quienes se quedan afuera de todo, con o sin ayuda policial, sin más sentido vital que unos gramos más de paco…
Demasiados y demasiadas afuera. Esta vez no alcanzan ni las organizaciones sociales para contener tanto desamparo. Estas entraron al mundo del reparto de puestos y ahora juegan el juego de los que algo tienen.
Mientras tanto, los de abajo ponen la boleta del que les dice que la culpa la tienen los que se ven y no los que realmente moldean la pesadilla.
Los dueños/as de la tierra que no se reparte nos obligan a amontonarnos en ciudades caras y contaminadas. Los propietario/as de medios, a consumir su droga inmoral y liquida: todo es igual, un descubrimiento científico, un crimen y la propaganda del papel higiénico.
Los dueños y dueñas de las redes crean dopamina en bits para que nos autoconsolemos proyectando miserias. Quienes controlan las pizarras de cotización nos dicen cuánto vale hoy o mañana nuestro trabajo. Los poseedores/as de vacas que dicen si comeremos o no un churrasco. Y así podemos verificar quiénes son los verdaderos responsables de este estado de cosas, que desde la política no podemos ni mencionar, sin comernos juicios o linchamientos de sus mercenarios con micrófono.
Miren lo que le pasó a una mujer que se atrevió a cobrarles un poquito de sus ganancias para mejorar la vida de millones.
Y esos son los verdaderos ganadores de esta hipnosis, ocultos en el transitar de carteles y eslóganes de campaña.
Mirá tus manos y lo que producen. A tus vecinas y vecinos lo que hacen para hacer la vida más vivible. A tus compañeros y compañeras de tarea a los ojos, los que comparten tus afanes de un cachito de felicidad.
Dejá la pantalla por un rato y pensá. Hablá con tus iguales. No te enojes por lo que no entendés, buscá comprender por qué te obligan a vivir así. Pero sobre todo, mirá con claridad quiénes son los que verdaderamente se adueñan de tu destino. Con quiénes podés pelear hacia adelante y quien te puede arrinconar a la defensiva.
Después si querés, vota por afecto, lógica o esperanza.
O elegís vos o elegirán por vos, y será tarde.
Gustavo Zapata
Secretario general de CTA
Morón –Hurlingam -Ituzaingó