Por Gustavo Zapata*
A lo largo de mi vida adulta escuché como una letanía recurrente “hay que formar cuadros”.
En verdad eso sólo pasaba en los ejércitos que debían enfrentar una carga de caballería, allá por el siglo XIX, antes de la ametralladora. Se ordenaba así la tropa para frenar con una muralla de bayonetas el empuje de los jinetes. Una táctica defensiva eficaz, pero sólo eso. Un cañonazo y dejaban de fumar.
La única definición clara y sencilla me la dio un compañero ex Monto que dijo: “un cuadro es alguien que llega al desierto y en poco tiempo ves una carpita, con el tiempo un armado de carpas, va generando un oasis…un pueblito… Ordena y organiza desde y con sus iguales”
He conocido responsables de sindicatos, unidades básicas, sociedades de fomento y las mil formas en que se junta la gente que comparte intereses y destinos, que planifica y cumple objetivos comunes resolviendo problemas y necesidades. Nunca vi que nadie dirija a nadie y por eso, en las asociaciones voluntarias no hay “dirigentes”. Eso es en fábricas, ejércitos e instituciones jerárquicas de mando obediencia. Manda el que paga.
En un sindicato, por ejemplo, nadie obliga a nadie. Sólo la conciencia de lo necesario lleva a hacer un paro, a exponerse en la calle en una manifestación o reclamar ante alguien con el poder de solucionar. Por eso decir que alguien “acata” una huelga es una palabra errónea o tendenciosa. Se adhiere o no. Afiliarse es el primer paso de asumir la conciencia de clase.
Y cuando un/a referente “habla bien” (dice de modo claro y sencillo lo que vos querías decir o pensas) y “hace” (pone el cuerpo y da el ejemplo de lo que dice que hay que hacer), se vuelve alguien confiable para seguirlo y formar parte de su organización. No siempre dirá lo que querés, pero reconocerás que te beneficia.
Un problema serio es cuando la o el referente se niega a ser parte de algo más grande y hace girar a sus seguidorxs a su alrededor. Algo que puede ser útil en el arte o la religión, no lo es para la construcción de poder popular. Se requiere ir agregando de manera creciente, fuerza consciente (que sabe lo que quiere) para formar movimientos de opinión capaces de desplegarse en la calle, de producir cambios y corrientes de pensamiento.
Luego, se necesita ir probando compañeras y compañeros en responsabilidades y observando cómo crece o aprende cada uno a hacer sus tareas, el cumplimiento de sus compromisos, sus iniciativas y capacidades para corregir errores. La persona que no hace, nunca se equivoca. Y de esa evaluación surge un equipo en el que cada unx va demostrando en qué es útil a la organización. Desde quien está en los detalles hasta el que marca tendencias e identifica orientaciones posibles, quien analiza con cuidado la coyuntura, busca aliados y aliadas, establece prioridades de acción y cumple.
A más compañerxs, más grandes son los objetivos y los logros. Nada es mágico. Eso lo piensan los que nunca juntaron siquiera un par de personas para vender en la calle. Acordar es muy difícil, compartir cargas desiguales considerando la capacidad de cada uno/a y repartir los beneficios de modo equitativo, de acuerdo con las necesidades… un equilibrio siempre inestable.
Es muy complicado medir las expectativas de quien se acerca por un beneficio concreto y personal, confundiendo una organización con un quiosco, del que da su tiempo, pensamiento y esfuerzo porque puede, porque tiene con qué y entiende para qué. Los primeros abundan. Los segundos, una vez descubiertos se deben cuidar de modo especial, porque escasean.
La conducción tiene además la tarea de buscar compañerxs que comprendan para qué se hace cada acción, por qué hay que leer y estudiar, tener generosidad y apertura para sumar más compañerxs, incluso para que se hagan cargo de nuestras propias responsabilidades, porque la hacen mejor, están más preparadas/os o son más jóvenes…
* Secretario General de CTA
Morón –Hurlingam -Ituzaingó
Me gusta la claridad y me hace pensar en cuánto nos equivocamos. Gobernamos muchos años y no logramos una toma de conciencia popular del valor del compromiso. muchos se recostaron en la comodidad de la seguridad de los derechos adquiridos, sin pensar que todos son fruto de lucha.
Cuánto nos equivocamos!
Gracias por su lectura y reflexión, Creo que la diferencia se funda en cómo leímos la siembra de luchas de los 90, del 2001 y la respuesta del kirchnerismo. Los que resistimos a Menem reconocimos a Nestor tarde, no lo construimos nosotros, Y lo conquistado perdió conexión con lo reclamado antes. El caso docente es ejemplo: 3 años de Carpa Blanca maduraron en la obligación del secundario, el 6% del PBI y la paritaria nacional…
Excelente reflexión