EDITORIAL
Redactor: Pablo Ambrosetti
Cuenta una vieja leyenda hebrea que un mago sefardí adquirió el poder de la magia que le posibilitaba resucitar a los muertos.
Así, el viejo hechicero, se ganaba prestigio entre pastores y mercaderes haciendo florecer las plantas secas o curando las pestes que azotaban a las cabras y camellos.
Cierto día, y sólo con el afán de sorprender a una multitud que se había congregado para aplaudir sus proezas, viendo el esqueleto de un león muerto hace años decidió volverlo a la vida. Luego de unos sortilegios y pases mágicos, la fiera despertó y embravecida devoró al soberbio hechicero ante la sorpresa y pasividad del público que no atinó a defenderlo por considerarlo parte del espectáculo.
Sin embargo una vez destrozado por las garras del animal el mago no pudo resucitarse a sí mismo.
Esta antigua parábola nos obliga a trazar un inevitable paralelismo con nuestra doliente realidad.
Desde hace un año un gobierno absolutamente anómalo descarga sobre las espaldas de nuestro pueblo un vendaval revanchista sin precedentes en la historia reciente. Si bien la llegada al poder de proyectos anti-nacionales que buscan transformar de raíz la matriz distributiva de nuestra economía para hacerla más regresiva aún, no es una «novedad histórica», sí lo es, tanto en la velocidad con que este modelo logró imponerse como la (al menos hasta ahora) escasez de respuestas que el «campo popular» logró contraponer. A la fragmentación de la oposición política se le suma cierto inocultable acompañamiento pasivo que una parte de la sociedad parece mantener.
Al igual que los pastores trashumantes de la fábula inicial, una fracción de nuestro pueblo parece esperar a que el mismo prestidigitador que creó al monstruo pueda conseguir domesticarlo.
Así, mientras el tejido social es desgarrado por las impiadosas garras del mercado, las variables macro económicas, que no son otra cosa que las expectativas de lucro de los grandes grupos económicos, se estabilizan como bendiciendo el «sacrificio patriótico que nuestro pueblo realiza con estoicismo como parte de un doloroso plan de estabilización doloroso pero necesario».
Al compás de este «inmovilismo cómplice» una parte cada vez mayor de la política profesional brinda un inocultable «acompañamiento parlamentario» con la excusa de brindar gobernabilidad.
Hasta las masivas movilizaciones callejeras de comienzos de año se fueron enflaqueciendo hasta prácticamente desaparecer del mapa mediático, lo que claramente fortalece la imagen de un gobierno exitoso.
Si a las continuas (y a esta altura predecibles) genuflexiones y especulaciones de la UCR le sumamos la hibernación de la CGT, la «rosca perpetua» a las que nos han acostumbrado los gobernadores del PJ y la inexplicable interna Kirchnerista; el panorama no puede presentarse más sombrío.
Una vez más (y esta tal vez sea la mejor de las noticias) nuestro pueblo está solo. Es decir que dependerá de nosotros y nosotras, como colectivo de trabajadoras y trabajadores explotados y empobrecidos, que armados de la conciencia y la fraternidad que sólo crece en el fragor de la lucha, recuperar las experiencias de nuestro pasado y dejar de ser espectadoras/es para transformarnos en protagonistas de nuestro propio destino.
Lo hicimos un octubre de 1945.
Lo hicimos durante los 18 años de proscripción y resistencia. Lo hicimos en las gloriosas jornadas del Cordobazo. Lo hicieron nuestros 30.000, nuestras Madres y Abuelas, nuestros y nuestras combatientes de Malvinas y quienes lucharon en los años 90.
Esa es nuestra historia y es necesario rescatarla del olvido para revivirla.
El León está vivo y hambriento.
Si las Fuerzas del Cielo lo nutren de fortaleza, debemos oponerle las Fuerzas del Subsuelo Sublevado.
- Imagen editada sobre pintura original de Ricardo Carpani.
Excelente editorial. Ojalá la esperanza que sobrevuela la nota sea. Es un ferviente deseo de esta sobreviviente de tiempos oscuros. Gracias Palabra activa.
Gracias Marilí por acompañar con tus valiosos aportes a que nuestra voz crezca.
Texto esperanzador.
El avance de estos tipos se hace sobre un pueblo desmovilizado. Consecuencia de muchos años de individualismo egoísta. Destruyeron la comunidad, el barrio, el pueblo. A nadie le importa un pito el otro.
Es muy difícil la reconstrucción.
Durante doce años virtuosos no se pudo construir una militancia activa con arraigo en las bases. Los dirigentes ocupan un estamentos separado de los militantes. Y estos a su vez, no tienen el arraigo en las bases.
Va a ser muy difícil. No imposible.
Gracias Carlos x tu participación activa y por tus aportes que ayudan a pensar!
Adhiero a la imagen de desamparo. Se han gastado muchas experiencias agotadas en el.burocratismo. Tenemos a Axel, unxs pocxs diputadxs, un puñado de senadores y muchos gurues. Hay que renovar mucha practica y despertar mistica de transformaciones.. Hay un electorado firme del 40%, 10 millones de ausentes, media clase trabajadora formal. Para empezar, no es poco.
Qué bien hacen estas palabras, en este momento. Orientan y dan esperanza. Gracias Gustavo!