En el capitalismo, cuando un país tiene recursos valiosos de energía y alimentos, será tierra de disputa entre potencias. Con una clase propietaria de mentalidad colonial, acostumbrada al abuso de poder, haciendo de todas y todos las deudas/pérdidas, y quedándose con las ganancias (que no invertirá sino que depositará afuera) producirá marcos de injusticia hacia la población que produce y crea riqueza en ese territorio.
Somos frontera de otros juegos y la distribución de esos beneficios habla del sentido común de nuestra sociedad.
La inflación expresa el estado de des-equilibrio de fuerzas entre propietarios/as y quienes producen realmente esa riqueza. Los precios como arma del poder y los salarios la defensa de quienes no poseen sus medios de existencia. El Estado es uno de los escenarios. Analizar el comportamiento de protagonistas personales o grupales sirve para comprender porque estamos así.
En la Argentina que nos dejó otro gobierno de la derecha, conservadora del poder de pocos, eso que llamamos la correlación de fuerzas entre pueblo y propietarios, es un mapa injusto.
Pocas empresas y familias dueñas de las tierras donde se produce el alimento, exporta y genera dólares.
Un puñado de empresas controlando las fábricas de alimentos.
Un congreso donde los ciudadanos y ciudadanas pueden votar captores, pero ante el menor asomo de otro guion, serán castigados por los medios concentrados.
TV, diarios, radios y redes (controlados por socios o propietarios) educando al pueblo para que se someta y vea como natural la injusticia. Jueces para paralizar cualquier cambio legal, liberar a los dueños delincuentes y perseguir a quienes protesten o resistan.
Aparatos de mercerizadas de la mafia listos para espiar/extorsionar/controlar opositores y opositoras a este estado de situación naturalizado, con o sin uniforme, pero con la misma vocación de poner la bota sobre la cabeza del considerado inferior y débil.
Una ideología de lo privado que reduce la vida a ver sólo el individuo y desdeñar cualquier acción colectiva, desconfiar de vecinas/os solidarias/os, feminismos igualadores, sindicalistas cuestionadores, curas que defienden a los pobres…proyectando sus miedos y culpando a otros de sus limitaciones para ser ricos evasores, exitosos sin control, famosos sin expediente, con pasaporte y cuenta externa… como sus admirados.
Es fácil entender la inflación como arma de los poderosos sino no lo ve como la lluvia, un fenómeno natural, fruto de la crueldad divina.
¿Y nosotros qué tenemos?
En primer lugar nuestras organizaciones, entramados fraternos donde producimos liderazgos morales e intelectuales que sintetizan lo que pasa y nos expresan de modo claro hacia dónde y cómo ir. Pueden ser sindicatos, o movimientos sociales de trabajadorxs desocupadxs. Otrxs en partidos identifican sus intereses comunes y se agrupan para elegir representantes que los defiendan con un discurso y una práctica similar Hay muchas formas, desde los vecinos y vecinas en una sociedad de fomento, las mujeres y minorías de orientación sexual y todas por lo mismo: organizarse para que sus derechos se respeten y avance la distribución de poder y recursos.
Esto nos permite expresar públicamente nuestra capacidad de hacer las cosas de otro modo. Si es necesario, demostrarle a los poderosos que podemos paralizar la producción, la circulación y poner en discusión todo el sistema.
Y finalmente el voto, cuando nuestras banderas escritas a mano o con sangre, se traducen políticamente en disputa por el Estado y transformando algo de esa injusticia “originaria” y “natural”. Este año volveremos a ejecutar una de nuestras escasas posibilidades de cuestionar la desigualdad.
O votamos por los representantes del poder o por nuestras herramientas políticas de protección, con las que podemos convertir en algo más vivible.
Gustavo Zapata
Secretario General de CTA
Morón-Hurlingham-Ituzaingó
Para Palabra Activa