Estudiando la guerra de secesión norteamericana, cuando el norte industrial buscó crear una colonia de extracción de beneficios en su propio territorio. Luego de comprarle a Napoleón La Luisiana y quitar por la fuerza a los/as mexicanas media patria, querían subordinar la región sur, agrícola y mono productora, exportadora.
Los propietarios del sur resistieron para defender su “peculiar institución”, la esclavitud. Cientos de miles confederados salieron por el miedo ante una revuelta de las personas afroamericanas.
Costó más de medio millón de muertos en 5 años y centenares de batallas a cuerpo gentil, el dejar de someter a sus negras y negros.
Nuestro país se construyó con mano de obra multinacional. Quienes inmigraron de Europa se cargaron o dominaron a las y los que andaban por acá. Luego compraron personas africanas secuestradas de sus lugares de origen para que les sirvieran.
Los apellidos de los blancos emprendedores adornan plazas, calles y ciudades. Su hazaña de invadir y tomar por la fuerza la tierra que no les pertenecía fue festejable. Como ex-pobres, allá en sus lares de origen, hijos segundos en un sistema que le dejaba todo al primer varón. No preguntaron. Solo aprovecharon que tenían mejores armas y estaban mejor organizados para robar. Así empezó nuestra historia blanca.
Hace pocas décadas empezamos a reconocer la humanidad de los habitantes originarios.
La diferencia actual entre quién es aceptado como ladrón oficial o paralelo, no es la ley, sino quién manda en redes y medios. Podés tener tus dólares dudosos depositados en otro país sin pagar impuestos, sumar socios/as a la evasión, por ejemplo como candidato a un club de futbol famoso. Tener mansiones no declaradas en barrios privados y evitar tributos, mientras figures en la farándula. Hacer negocios con drogas desde lugares cerrados adornando a las autoridades adecuadas. Endeudar generaciones no nacidas de todo un país, ganar especulando dólares y fugarlos a otro lado, cruzando el charco.
Lo prohibido es subirse a un colectivo sin crédito en la sube. Llevarte una manteca que no podés pagar con tu magra jubilación. Ser docente y hacer huelga. Ser india y construir para tu pueblo con fondos públicos y mejor que el empresariado.
Te enjaulan por eso, rápidamente y con la certificación de los buitres de las redes y los periodistas del poder, mientras algún morochaje biempensante aplaudirá en redes.
La conciencia del argento medio educado con pantallitas se volvió la de cualquier cascarudo mal pago de la comandante Pato; un perro más al servicio de sus amos, dispuesto a morder al débil. Con odio a cualquiera que amenace o merodee el alambrado de sus ricos y famosos.
Uno conoció a abuelas/abuelos y padres/madres que hicieron un país un poco más justo y equilibrado, la medida de lo perdido. La distancia que hay entre un pueblo con industrias, hecho a mano por obreras y obreros que miraban de frente al patrón, cuando con su trabajo podías hacer su casa… y esto que tenemos hoy…
Ya es natural que una ley no se cumpla (por ejemplo, la paritaria de los docentes), que empardar un poco la miseria (por ejemplo, el consejo de salario mínimo) o algo tan básico como un sueldo que te saque de la pobreza, quede atrás.
Quien quiera rebelarse debe circular por la vereda y comerse una rociada de gas con ácido y unas postas emitidas por un embanderado de la libertad de los dólares.
La distancia entre aquel paisaje y el actual fue rota por aviadores santiguados bombardeando plazas con pibes de guardapolvo, por los que secuestraban laburantes, violaban pibas que hacían política y picaneaban obreros y obreras protestonas. Una parienta dilecta de los próceres de la salvajada es ahora vicepresidenta.
Losas de un camino para ser una colonia del sur, con blancas y blancos propietarios odiando y temiendo a la negrada, sueldos como grilletes y de miles de milicias de lo desigual tiroteando desde sus celulares.
La justicia social es una promesa a cumplir y la memoria de lo que llegamos a ser, una herramienta a reparar.
*Secretario general de CTA
Morón –Hurlingam -Ituzaingó