Más allá del acuerdo alcanzado por el Gobierno y el organismo de crédito internacional, Palabra Activa fija su postura sobre los debates y desafíos que se abren en la nueva coyuntura. Apoyos, internas y realineamientos políticos en el convulsionado escenario actual.
Finalmente, y no sin grandes esfuerzos y desgastes internos, el Congreso dio su aval al entendimiento entre el Estado Nacional y el FMI para establecer un plan de pagos de la monumental deuda externa contraída durante el gobierno de Cambiemos. Sin embargo, este apoyo no contó con la unanimidad de las bancadas oficialistas ni opositoras. A las manos alzadas del peronismo tradicional se sumaron las voluntades de la UCR, el PRO y la Coalición Cívica que sumaron los votos que el gobierno necesitaba al no contar con el acompañamiento de los legisladores más cercanos al kirchnerismo.
En los márgenes políticos tanto la ultra-izquierda trotskista como la ultra-derecha “libertaria” compartieron la postura del enérgico rechazo a la propuesta oficial; aunque por motivos muy distintos entre sí. Esta novedad parlamentaria nos deja el primer aprendizaje: el debate sobre cómo encarar el problema de la deuda externa acaba por re-alinear las fuerzas políticas. Frente a este escenario el oficialismo no pudo, al menos hasta ahora, construir una posición conjunta que sintetice las visiones de todos los sectores que componen a la alianza gobernante.
A la vez, las declaraciones de varios dirigentes del FDT en los medios masivos de comunicación, lejos de saldar las diferencias evidenciadas las explicitan y las profundizan lo que, objetivamente, sólo favorece a la oposición de derecha. Es en este convulsionado contexto que la segunda enseñanza emerge: la unidad del campo popular debe asumirse como un imperativo de estrategia política a la que todos los sectores deben contribuir de forma urgente y eficaz.
El espiral inflacionario desatado por los grandes grupos económicos, los dolorosamente altos niveles de pobreza, heredados de la administración macrista y agravados por la pandemia y la carencia de reservas en el Banco Central como consecuencia de la fuga de capitales desatada por el gobierno anterior son problemas tan graves que interpelan al gobierno a encarar un ambicioso y creativo programa de medidas de fondo. Es, a partir de este diagnóstico realista, que la tercera lección nos interpela: el Frente de Todos debe re-fundarse. Dejar de ser una mera alianza electoral para convertirse en un frente político que institucionalice espacios de debate, discusión y síntesis. Que las 24 fuerzas partidarias, sociales y sindicales que lo componen, elaboren colectivamente un programa de profundo contenido transformador que re-organice la economía en favor de las grandes mayorías. Además de ello, y como parte central para dar sustentabilidad al acuerdo alcanzado, es primordial avanzar en una “auditoría judicial de la deuda externa contraída” no sólo para determinar responsables políticos de dicho endeudamiento, sino también para conocer a los grupos económicos que resultaron beneficiados.
Este es, para nosotros y nosotras, el mayor desafío que la realidad nos impone. Deberemos asumir la tarea. De una vez y para siempre.