Cada 25 de noviembre, desde 1981, se conmemora el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer” con múltiples actividades, que año tras año, se diversifican en distintos lugares del mundo.
El Movimiento Feminista Latinoamericano impulsó esta fecha para denunciar las violencias que las mujeres sufren en todas las sociedades, buscando sensibilizar sobre las situaciones que atraviesan por el hecho de ser mujeres, a la vez, pretende que surjan acciones para disminuir y erradicar esas violencias.
Es innegable el avance legal desde que comenzó el Siglo XXI. La lucha contínua del movimiento de mujeres, de los movimientos feministas y de los colectivos LGTTBQI+; se ve reflejada en la agenda pública y política, que contiene e impulsa las temáticas con perspectiva de géneros. Pero, al mismo tiempo, somos testigues de un incremento preocupante de los distintos tipos de violencias en todos los ámbitos de la sociedad, en lo cotidiano de nuestras vidas.
Algo o mucho no está dando los resultados esperados. ¿Qué falta? ¿Qué no estamos viendo? ¿Qué acciones debemos llevar adelante?
El contexto es complejo y dinámico. En cada situación de violencia se presentan, como una maraña, múltiples violencias cruzadas. Derechos que históricamente no se cumplen, personas que, desde antes de nacer, conviven con la vulneración de derechos.
Erradicar la violencia involucra la toma de decisiones que apunten a un cambio estructural. La violencia económica que amplios sectores de la sociedad sufren a causa de la ambición de los sectores del poder económico, es una constante en la historia de la humanidad. Lo grave en la actualidad es la desigualdad, que día a día crece a niveles antes nunca alcanzados, haciendo cada vez más inalcanzable una distribución equitativa de la riqueza, donde la igualdad sea una realidad y no sólo un anhelo.
La salida no será de arriba hacia abajo. No habrá renuncia a los privilegios concentrados en pocas manos. Será nuestra tarea, como lo ha sido históricamente, organizarnos desde los sectores populares para erosionar las bases de un sistema que nos explota, que nos condena a sobrevivir y no a vivir.
Profundizar los logros obtenidos, es otro de los objetivos que debemos plantearnos. Impulsar una Educación Sexual Integral que rompa las fronteras de las instituciones educativas, para que alcance a todas aquellas personas que no han podido vivirla en su educación escolar. Es imperiosa una ESI para adultes, que abarque todos los espacios donde transcurren las vidas de las personas. Desarmar los mandatos que sostienen al patriarcado es una tarea aún pendiente en muchos lugares.
Las posibles salidas para disminuir y terminar con las violencias de todo tipo, han sido, son y serán construidas desde abajo.
Que el compromiso que enciende la rebeldía ante las situaciones de opresión, sea la energía que nos siga impulsando a derribar lo injusto, a reclamar lo que nos corresponde, a terminar con las violencias.
Susana Rivadera
Foro de Géneros de Hurlingham
Para Palabra Activa