Como era de esperarse la derecha argentina sacó a la luz todo su arsenal de violencia machista, negacionismo histórico y revanchismo de clase. En medio del crispado clima pre-electoral la ciudadanía es sometida a un continuo bombardeo mediático que pretende esconder el verdadero debate sobre los dos modelos de país que están en disputa.
La sobre-exposición al aluvión informativo al que nos someten los medios hegemónicos y su inevitable eco en las redes sociales, es materia de profundos análisis sociológico. Si bien una sociedad “des-informada” es peligrosa para sí misma, la “sobredosis informativa” contaminada por las Fake News o noticias falsas, es el peor de los remedios.
La concentración cada vez más brutal de cientos de canales de televisión, radios y portales de internet en manos de un empresariado privado que sólo persigue el lucro personal es, lamentablemente, un signo de los tiempos que vivimos. De allí que las expresiones políticas de la derecha argentina tengan la posibilidad de realizar una campaña política durante los 365 días del año amparados en la sacralizada y mercantilizada idea de la “libertad de expresión “. Las expresiones misóginas, machistas, violentas y discriminativas que los candidatos a diputados Fernando Iglesias y Waldo Wolf descargaron sobre la actriz Florencia Peña deben ser leídas en este contexto mediático. El pensamiento cavernario de estos personajes como así mismo la impunidad exhibida por ambos al negarse a ofrecer disculpas públicas, podrá indignarnos pero no sorprendernos. Sus declaraciones se suman a las del ex ministro de economía de la Alianza, Ricardo López Murphy, que negó la existencia de los 30.000 desaparecidos o de la científica y también candidata Sandra Pitta que añoró la época en que en el Conicet se “despedía a todos los zurdos”. Es decir que el machismo, la naturalización de la violencia de género, el bastardeo a la lucha de los organismos de Derechos Humanos, el anti-peronismo y el anti-comunismo son, en realidad, el centro medular de la ideología que organiza a la alianza Cambiemos. Son, entonces, ni más ni menos que una expresión localista del más viejo y avinagrado pensamiento neo-fascista de comienzos del siglo pasado.
En oposición a esta estrategia de “periodismo de guerra”, el Frente de Todos hace hincapié en extender y acelerar la campaña vacunatoria, reparar los daños sociales que la pandemia provocó en el tejido social y re-activar el aparato productivo que el gobierno anterior supo destruir. Ese es el debate que las pirotécnicas declaraciones de estos personajes cloacales pretender ocultar: la disputa entre un proyecto político de desarrollo productivo con inclusión social frente a un miserable modelo neo-colonial de una economía agraria administrada por los gerentes de las grandes empresas trans-nacionales. Eso es lo que la campaña sucia desatada por Cambiemos y los medios hegemónicos pretenden ocultar. Será tarea de la militancia del campo popular y de los medios alternativos de comunicación instalar ese debate amordazado para cimentar la conciencia política que nos permita construir colectivamente un proyecto emancipatorio tan amplio que no quede apresado por los 30 caracteres del Twitter.